“Tras siete años de incógnita, hallan bajo hielo en Alaska a la turista desaparecida en extrañas circunstancias — Un detalle sorprendente descubierto junto a su cuerpo reabre el caso, deja atónitos a los investigadores y apunta a una trama oculta más complicada y perturbadora de lo que se creyó al inicio”

Un hallazgo que rompe el silencio

En el verano de 2016, Laura Méndez, una fotógrafa aficionada y amante de las caminatas extremas, emprendió un viaje por Alaska con la intención de capturar imágenes únicas de glaciares y fauna salvaje. Su itinerario incluía varios senderos poco transitados, y aunque informó a sus conocidos sobre su ruta aproximada, no volvió a dar señales de vida.

Su desaparición movilizó a equipos de rescate, helicópteros y voluntarios. Durante semanas, se buscaron pistas en rutas, campamentos y riberas. La única señal encontrada fue una botella de agua abandonada cerca de un sendero, pero no había huellas ni otros indicios. Tras meses sin avances, el caso quedó en suspenso.


El deshielo revelador

Siete años más tarde, un deshielo inusual en el glaciar Crowfield expuso algo que había permanecido oculto bajo capas de hielo compacto. Dos excursionistas, intrigados por una silueta visible en el hielo translúcido, avisaron a las autoridades.

Equipos especializados en rescate en hielo llegaron al lugar y confirmaron lo inesperado: el cuerpo de una mujer, en notable estado de conservación, atrapado en la masa helada.


Identidad confirmada

La ropa coincidía con la descripción de lo que Laura llevaba el día de su desaparición. La confirmación llegó tras comparar registros dentales y análisis de ADN. Pero no fue la identidad lo que más sorprendió, sino un detalle que desconcertó a los investigadores: en sus tobillos había atadas piedras de gran tamaño con una cuerda resistente.


El enigma de las piedras

La presencia de las piedras generó teorías inmediatas. Algunos sugirieron que pudo tratarse de un método improvisado para evitar que el cuerpo flotara en aguas de deshielo. Otros, más escépticos, plantearon que alguien podría haber colocado las piedras deliberadamente, insinuando la participación de terceras personas.

El hecho de que su equipo fotográfico estuviera intacto junto a ella aumentó el misterio. En la cámara se encontraron varias imágenes de paisajes helados, pero las últimas tomas estaban borrosas y sin contexto claro.


Reapertura del caso

La policía estatal reabrió la investigación con un equipo mixto de expertos en criminología y glaciología. Se analizó la cuerda, que, aunque desgastada, aún conservaba fibras útiles para estudios forenses. Los investigadores también revisaron la lista de personas que estuvieron en la zona en las fechas cercanas a la desaparición de Laura.

Un dato del cuaderno de campo encontrado con sus pertenencias llamó la atención: una anotación breve del día de su desaparición decía: “Veo a alguien más en el sendero, parece fuera de lugar”. No había más detalles.


El difícil acceso al lugar

El sector del glaciar donde fue hallada está alejado de las rutas turísticas y requiere habilidades de escalada para acceder. Los expertos calculan que, para que el cuerpo quedara en la posición encontrada, tuvo que haber llegado allí poco antes de ser cubierto por una fuerte nevada y, posteriormente, por capas de hielo acumulado durante los años.

Esto plantea la pregunta de cómo y por qué Laura terminó en un lugar tan remoto y complicado de alcanzar.


Reacciones en la comunidad

La noticia del hallazgo sacudió a la pequeña localidad más cercana, donde Laura había sido vista por última vez. Antiguos voluntarios de búsqueda expresaron una mezcla de alivio y frustración: alivio por que finalmente se hubiera encontrado, y frustración porque aún no hay respuestas claras.

La familia, residente en Nuevo México, viajó a Alaska para recuperar sus pertenencias. En un comunicado, agradecieron a quienes nunca dejaron de buscar y pidieron respeto mientras procesaban la información.


Un misterio que persiste

A pesar del hallazgo, la historia de Laura Méndez sigue sin un cierre definitivo. El detalle de las piedras atadas a sus tobillos continúa siendo el mayor interrogante. Las autoridades esperan que, con las pruebas recolectadas y la tecnología forense actual, puedan descubrir qué sucedió realmente en aquel tramo helado de Alaska.

Por ahora, la imagen de su cuerpo emergiendo del hielo, junto con ese elemento perturbador, queda grabada en la memoria colectiva como un recordatorio de que, en ocasiones, la naturaleza no solo guarda secretos, sino que los devuelve de una forma que plantea más preguntas que respuestas.