Evanivaldo Castro, mejor conocido como “Cabinho”, el legendario delantero brasileño que se convirtió en ídolo del fútbol mexicano en las décadas de los 70 y 80, cumplió 76 años. Sin embargo, su presente dista mucho de la gloria y los aplausos que lo acompañaron en sus días como máximo goleador de la liga.

Cabinho llegó a México en 1974 para reforzar a los Pumas de la UNAM, y rápidamente se ganó el cariño de la afición con su olfato goleador y su carácter aguerrido. Fue campeón de goleo en ocho ocasiones —un récord que nadie ha igualado— y defendió con orgullo las camisetas de Pumas, Atlante, León y Tigres.

Sus goles no solo llenaban estadios; también inspiraban respeto entre rivales y aficionados. Era un delantero implacable, fuerte, de remate certero, capaz de cambiar el rumbo de un partido con un solo toque.


El ocaso tras la gloria

Después de retirarse en 1987, Cabinho se mantuvo vinculado al fútbol por un tiempo, trabajando en entrenamientos juveniles y como comentarista. Sin embargo, poco a poco las oportunidades fueron escaseando.

Con el paso de los años, y sin un respaldo sólido de los clubes en los que fue figura, el goleador histórico fue quedando al margen de la vida pública. Muchos aficionados asumían que vivía cómodamente gracias a su carrera, pero la realidad es muy distinta.


Un cumpleaños con sabor a nostalgia

El pasado fin de semana, Cabinho celebró su cumpleaños número 76 de forma sencilla, en compañía de pocos amigos y familiares cercanos. No hubo homenajes multitudinarios ni mensajes oficiales de las instituciones donde dejó huella.

Una foto publicada por un allegado lo mostró sonriente, pero con una mirada que muchos interpretaron como melancólica. La imagen se hizo viral, generando un debate sobre cómo México trata a sus glorias deportivas.


Su vida actual

Hoy, Cabinho vive de forma modesta en una pequeña vivienda. No posee grandes lujos ni ingresos millonarios. Según personas cercanas, sobrevive gracias a pequeños trabajos relacionados con el deporte, clínicas de fútbol y charlas motivacionales esporádicas.

A pesar de su historial, nunca recibió una pensión o apoyo constante de la liga o los equipos en los que jugó. Su situación económica es limitada, lo que ha sorprendido a quienes lo recuerdan como una figura dominante en las canchas.


El olvido institucional

Muchos exfutbolistas y periodistas han señalado que el caso de Cabinho es un ejemplo del abandono que sufren las leyendas del deporte una vez que se retiran.
—Los clubes deberían cuidar a sus ídolos. Cabinho no solo fue goleador, fue un embajador del fútbol mexicano —comentó un excompañero en una entrevista reciente.

A diferencia de otros países donde los exjugadores históricos son integrados como embajadores o asesores permanentes, en México esta práctica es poco común.


La voz de la afición

En redes sociales, cientos de mensajes han recordado sus hazañas:

“Cabinho es historia viva de nuestro fútbol, no merece estar en el olvido.”

“Ocho títulos de goleo y así lo tratan… qué triste realidad.”

“Los clubes que se beneficiaron de sus goles deberían reconocerlo en vida.”

El debate no solo gira en torno a Cabinho, sino a cómo el sistema futbolístico mexicano no ha sabido retribuir a quienes ayudaron a construir su prestigio.


Orgullo intacto

A pesar de todo, quienes han conversado con él aseguran que Cabinho mantiene intacto su orgullo por lo logrado en las canchas. Sabe que su nombre está escrito con letras doradas en la historia del fútbol mexicano.

—Los goles nadie me los quita. Yo jugué con el corazón, y el cariño de la gente es mi mayor tesoro —ha dicho en más de una ocasión.

Ese cariño aún se refleja cuando aparece en eventos deportivos, donde los aficionados de todas las edades se acercan para pedirle fotos y autógrafos.


Una historia que merece contarse

El caso de Cabinho ha motivado a algunos periodistas y documentalistas a trabajar en un proyecto que cuente su vida dentro y fuera de las canchas. La intención es que las nuevas generaciones conozcan no solo sus logros, sino también la realidad de los futbolistas retirados.

En entrevistas pasadas, Cabinho ha dicho que le gustaría dejar un legado que inspire a los jóvenes jugadores a prepararse no solo para triunfar en el deporte, sino para tener un plan de vida después del retiro.


Un llamado de atención

Su cumpleaños 76 no solo fue un recordatorio de su edad, sino también un llamado a reflexionar sobre el trato que se da a las glorias deportivas. Mientras otros países celebran a sus leyendas con homenajes y puestos honoríficos, en México muchos viven en el anonimato y la precariedad.

Cabinho no ha pedido ayuda públicamente, pero voces del medio futbolístico insisten en que sería un acto de justicia que los equipos y la liga reconozcan y respalden a uno de los jugadores más importantes de su historia.


Conclusión

Evanivaldo “Cabinho” Castro llegó a México para dejar una huella imborrable: ocho títulos de goleo, cientos de goles y una entrega que lo convirtió en ídolo. Hoy, a sus 76 años, vive de manera humilde, lejos de los reflectores, pero con la frente en alto.

Su historia es un espejo incómodo para el fútbol mexicano: detrás de las cifras históricas y las fotos de gloria, hay un hombre que lo dio todo por su deporte y que, como tantas leyendas, merece ser recordado y apoyado en vida.

Porque los ídolos no deberían ser noticia solo por lo que hicieron… sino por cómo los cuidamos cuando ya no están en la cancha.