Así fue como Silvestre Vargas habló sin reservas sobre Pedro Infante: la verdad detrás del mito

Por décadas, Pedro Infante ha sido venerado como el máximo ídolo de México. Voz inolvidable, galán de oro, leyenda del cine y la música ranchera. Pero lo que pocos sabían es que no todos compartían esa imagen perfecta.

Uno de los que guardó silencio durante años, pero que finalmente decidió hablar sin pelos en la lengua fue Silvestre Vargas, líder y fundador del legendario Mariachi Vargas de Tecalitlán. Y lo que dijo sorprendió, indignó y dejó sin palabras a los fans del ídolo inmortal.

Esta es la historia de una relación marcada por la admiración, pero también por el conflicto, los egos y verdades incómodas.


Dos leyendas, una sola escena: Vargas e Infante

Corría la década de los 40 y 50. Pedro Infante estaba en la cima de su carrera. Cada canción que grababa se convertía en un himno, cada película que estrenaba era un éxito rotundo. Pero si había una agrupación que compartía esa gloria en el mundo de la música mexicana, era el Mariachi Vargas.

Ambos íconos coincidieron en múltiples ocasiones: en estudios de grabación, escenarios, fiestas privadas y hasta en producciones cinematográficas. El público los veía como una dupla perfecta, armoniosa, legendaria.

Pero, como se suele decir: lo que se ve no siempre es lo que es.


“Pedro era todo carisma… hasta que se apagaban las cámaras”

En una entrevista rescatada por investigadores del archivo del mariachi, Silvestre Vargas habló en confianza, sin filtros, sobre su verdadera impresión de Pedro Infante. Y sus palabras fueron demoledoras.

“La gente lo adoraba, sí. Era simpático, guapo, y cantaba bien. Pero era un hombre inseguro, impulsivo y muchas veces… egocéntrico. Cuando se apagaban las cámaras, no siempre era el mismo que la gente veía.”

Según Vargas, en más de una ocasión Pedro tuvo actitudes soberbias, se negó a grabar con músicos que no eran “de su gusto” y discutió abiertamente con arreglistas por no querer hacerle “favores personales” en el estudio.

“Lo vi hacer berrinches como un niño malcriado”, dijo Silvestre. “Y muchas veces, lo dejábamos pasar por respeto… pero nos cansamos”.


¿Rivalidad o admiración oculta? El debate eterno

Silvestre no solo criticó el temperamento de Infante. También insinuó que el cantante sentía celos del prestigio musical del Mariachi Vargas.

“A Pedro le molestaba que hubiera alguien más en el escenario que pudiera robarse una parte de la ovación”, confesó. “Recuerdo una vez que se enojó porque el público pidió un bis… ¡para nosotros!”

Según Vargas, Pedro quería estar en control de todo: desde los arreglos hasta la forma en que debía salir vestido un músico. “Era perfeccionista, pero también controlador. Y eso, en un mariachi con más de 50 años de historia, no caía bien.”


Silencio impuesto: “Nadie podía hablar mal de Pedro”

En otro pasaje impactante de su testimonio, Vargas aseguró que durante los años dorados del cine mexicano, existía una especie de censura implícita cuando se trataba de Pedro Infante.

“Había una especie de pacto de silencio. Si trabajabas con él, no podías criticarlo. Todo tenía que ser perfecto. Porque si hablabas… no volvías a trabajar en la industria.”

Esta presión mediática hizo que muchos músicos y técnicos se guardaran episodios incómodos o tensos. “Había respeto, sí… pero también miedo. Nadie quería caer de su gracia. Pedro podía hacerte o deshacerte con una palabra.”


Pero también hubo respeto… y un poco de envidia

No todo fue ataque. En una de las partes más humanas de su relato, Silvestre Vargas reconoció algo que pocos esperaban: sí admiraba a Pedro Infante.

“Era un artista como pocos. Tenía un don para conectar con la gente. Aunque fuera impulsivo, no era mal hombre. Solo estaba atrapado en una fama que lo sobrepasaba.”

Silvestre confesó que, incluso con sus defectos, Pedro era un genio emocional, y que muchos músicos lo envidiaban, aunque no lo admitieran.

“Cantaba como si te hablara al oído. Eso no se enseña. Eso no se aprende. Naces con eso.”


El día que todo explotó: la pelea final

Uno de los momentos más tensos ocurrió durante una grabación en 1956, meses antes de la trágica muerte de Pedro. Según testigos, hubo una fuerte discusión entre Infante y el director musical, con Vargas presente. El cantante quería hacer un arreglo diferente y no aceptaba críticas.

Silvestre intervino, y Pedro le gritó en pleno estudio, acusándolo de “creerse dueño del mariachi”. La tensión fue tal que Vargas abandonó la grabación y dijo que no volvería a tocar una nota para Pedro.

Nunca más se volvieron a ver.


La muerte… y el perdón no dicho

El 15 de abril de 1957, Pedro Infante murió en un trágico accidente aéreo. Cuando Silvestre recibió la noticia, lloró en silencio.

“Nunca me disculpé. Y creo que él tampoco lo haría. Pero lo quise. A su manera, era parte de nosotros. Un loco hermoso.”

Desde entonces, Silvestre jamás volvió a hablar públicamente de Pedro Infante… hasta esa última entrevista.


Conclusión: La verdad que nadie quiso contar

Pedro Infante fue —y sigue siendo— un ídolo irremplazable. Pero como todo ser humano, tenía su lado oscuro. Y Silvestre Vargas, con la autoridad de haber sido testigo directo, se animó a mostrar la otra cara del mito.

No para destruirlo. No para manchar su nombre. Sino para que recordemos que las leyendas también son humanas. Que detrás del traje de charro, había un hombre frágil, intenso, contradictorio. Y que en ese contraste, quizá, radica su inmortalidad.