“A sus 80 años, Rosendo Cantú rompe el silencio y revela la verdad más inesperada de su vida — una confesión tan impactante y llena de emociones que sacude a sus seguidores, reescribe la historia de su carrera y deja al descubierto secretos que durante décadas permanecieron ocultos detrás de la voz, la fama y la leyenda del ícono del regional mexicano.”

A sus 80 años, Rosendo Cantú, la inconfundible voz del grupo Los Cadetes de Linares y figura esencial del regional mexicano, ha decidido hablar sin reservas. Durante décadas, fue sinónimo de música norteña, de corridos inmortales y de letras que marcaron generaciones. Pero detrás del escenario, del sombrero y del acordeón, se escondía una historia que hasta ahora nadie conocía.

“Ya viví lo suficiente para no tenerle miedo a la verdad”, fueron las primeras palabras del artista durante una entrevista especial en su natal Nuevo León, donde decidió romper el silencio y compartir su versión de los hechos que definieron —y en ocasiones, atormentaron— su vida.


El hombre detrás de la leyenda

Rosendo Cantú, nacido en los años 40 en el corazón del norte mexicano, es reconocido como uno de los pilares de la música regional. Su carrera, marcada por la humildad, la disciplina y una pasión inagotable, alcanzó la fama con éxitos como “Dos Coronas a Mi Madre”, “El Palomito” o “Los Dos Amigos”.

Sin embargo, mientras su voz sonaba en cada radio, su vida personal atravesaba silencios, distancias y batallas que nunca quiso ventilar. Hasta hoy.

“Por muchos años callé porque creí que era lo correcto. Pero los silencios también pesan, y a veces pesan más que los errores”, confesó el intérprete, con la mirada perdida entre fotografías antiguas y trofeos polvorientos.


La revelación que nadie esperaba

El músico inició su relato con una confesión que tomó por sorpresa a todos los presentes: habló de su desgaste emocional, de los conflictos internos con algunos colegas y de la soledad que acompañó los años más exitosos de su carrera.

“Todos piensan que la fama te llena, pero a veces te vacía por dentro”, declaró.

Contó que el auge de Los Cadetes de Linares le dio todo lo que alguna vez soñó: escenarios llenos, giras internacionales, premios, dinero. Pero también le arrebató algo que ningún reconocimiento puede reemplazar: el tiempo.

“El tiempo con mi familia, con mis hijos, con mi tierra. Me fui alejando de todos, incluso de mí mismo”, añadió, con la voz entrecortada.

Aunque su confesión sorprendió, lo más impactante llegó después. Por primera vez, Rosendo habló abiertamente sobre la separación del grupo, las rivalidades internas y las decisiones que cambiaron el rumbo de su vida.

“No todo fue música y aplausos. Hubo traiciones, malentendidos y heridas que tardaron años en cerrar. Pero hoy no hablo para culpar a nadie, sino para sanar.”


El precio del silencio

Durante años, los rumores en torno a su distanciamiento con otros miembros del grupo fueron tema de conversación. Se dijeron muchas cosas, pero Rosendo nunca dio su versión. Hasta ahora.

“Cuando uno tiene éxito, todos te buscan; cuando lo pierdes, te quedas solo. Aprendí eso de la manera más dura”, expresó.

El artista reconoció que hubo desacuerdos contractuales y diferencias creativas, pero aclaró que jamás perdió el amor por la música ni el respeto por quienes compartieron con él los escenarios. “Al final, todos fuimos parte de una historia que trascendió nuestras diferencias”, aseguró.

Lo que sí admitió con pesar fue que el silencio le costó caro: perdió amistades, oportunidades e incluso parte de su salud.

“Guardarme todo me enfermó. Pero ya no quiero irme de este mundo con la garganta llena de cosas que no dije.”


El reencuentro con su pasado

Una de las partes más emotivas de su confesión llegó cuando Rosendo relató cómo, durante la pandemia, se reencontró con viejos recuerdos y decidió reconciliarse con su historia.

“Pasé muchas noches solo, escuchando mis discos viejos. Ahí entendí que, más allá del dolor, todo valió la pena. Pero también comprendí que no era tarde para pedir perdón”, afirmó.

Esa reconciliación no fue solo espiritual: el cantante reveló que recientemente buscó a varios excompañeros y familiares con quienes había perdido contacto. “Quería decirles que los quiero, que lo que fuimos vale más que los malentendidos. Algunos me contestaron, otros no, pero yo ya estoy en paz.”


Un legado que trasciende generaciones

Más allá de los conflictos, Rosendo Cantú se mostró orgulloso del legado que deja en la música mexicana. “La gente canta mis canciones sin saber quién soy, y eso es lo más bonito: pertenecerle al pueblo”, dijo con una sonrisa.

Habló también de cómo el género norteño ha evolucionado con los años, y cómo ve con respeto las nuevas generaciones que mezclan sonidos modernos con la tradición:

“Yo no critico. La música cambia, pero mientras siga contando historias, seguirá viva. Lo que importa no es el estilo, sino el alma con la que se canta.”

A pesar de su avanzada edad, el intérprete no piensa retirarse por completo. Aseguró que aún compone, y que prepara un proyecto muy especial: una serie de canciones inéditas inspiradas en su vida, sus pérdidas y su esperanza. “Es mi despedida, pero también mi agradecimiento”, explicó.


La confesión más personal

En la parte final de su revelación, Rosendo sorprendió con un relato que pocos conocían: habló de una promesa que hizo hace más de 40 años y que hasta ahora ha cumplido.

“Cuando mi madre murió, le prometí que nunca dejaría de cantar, sin importar lo que pasara. Y por ella sigo aquí, porque esa promesa fue mi motor, incluso cuando todo parecía terminado.”

Aseguró que muchas de las letras que interpretó durante su carrera tienen un doble significado: son mensajes ocultos para personas que amó y que ya no están. “Cada canción guarda un pedazo de mi vida, aunque nadie lo supiera”, confesó.


Una lección de vida

Las palabras de Rosendo Cantú no solo emocionaron a los presentes, sino que dejaron una reflexión profunda: la importancia de hablar, de perdonar y de compartir las verdades antes de que el tiempo se acabe.

“La gente cree que la vida de un artista es eterna, pero no lo es. Y si me toca irme pronto, quiero que sepan que me voy en paz, agradecido, sin rencor y con el corazón lleno de música.”

En ese momento, el veterano músico levantó una vieja guitarra y entonó una estrofa de una canción inédita que escribió hace poco:

“No me lloren cuando parta, cántenme un corrido nuevo,
que aunque el cuerpo ya se cansa, el alma sigue en el viento.”

Las palabras retumbaron en el pequeño salón donde ofrecía la entrevista, mientras algunos asistentes no pudieron contener las lágrimas.


El cierre de un ciclo

Hoy, a sus 80 años, Rosendo Cantú se muestra más humano que nunca. Atrás quedaron los silencios y las disputas; lo que queda es la voz de un hombre que encontró la paz contando su verdad.

Sus declaraciones, más que polémicas, fueron un acto de reconciliación con su pasado. Un gesto valiente de alguien que ha comprendido que la vida, como la música, tiene notas tristes, pero también finales esperanzadores.

“Yo no sé cuánto me quede, pero sé que cada día que despierto sigo siendo el mismo muchacho que soñaba con cantar. Y mientras tenga voz, seguiré cantando, aunque sea para mí mismo.”

Con esta frase, el ídolo del norte cerró su confesión. Y así, la leyenda de Rosendo Cantú —el hombre, el artista, el padre y el soñador— encontró su verdad más pura: la de vivir sin miedo, y morir agradecido.