“A sus 76 años, Charytín Goyco, la inolvidable ‘Rubia de América’, rompe el silencio y finalmente admite lo que durante décadas todos sospechaban. En una entrevista tan emotiva como reveladora, la icónica cantante y presentadora dominicana revela los secretos detrás de su sonrisa, los sacrificios ocultos de su éxito y las verdades que calló durante años. Sus palabras, llenas de emoción y madurez, sorprenden al público y redefinen la historia de una artista inmortal.”

Pocas figuras en el mundo del entretenimiento latinoamericano han brillado con tanta luz propia como Charytín Goyco.
Cantante, actriz, presentadora y símbolo de alegría, la dominicana conquistó al público con su carisma inagotable, su energía arrolladora y su icónica sonrisa.
Durante décadas fue conocida como “La Rubia de América”, un título que llevó con orgullo y elegancia.
Pero detrás de esa imagen de mujer fuerte, carismática y siempre radiante, había una historia que pocos conocían.

Y ahora, a sus 76 años, Charytín ha decidido hablar con una sinceridad que nadie esperaba.
En una conversación íntima, llena de recuerdos, nostalgia y confesiones, la artista finalmente admitió lo que durante años todos sospechaban: que su vida, lejos de ser un cuento de hadas, estuvo marcada por sacrificios, miedos y un profundo deseo de ser comprendida más allá de los reflectores.

“He vivido rodeada de luces, pero también de sombras. No todo lo que brilla en el escenario es felicidad.”

La niña que soñó con un micrófono

Nacida en Santa Lucía de El Seibo, República Dominicana, Charytín Goyco creció soñando con cantar.

“Desde pequeña sentía que mi destino era estar frente a la gente. Pero nunca imaginé cuánto costaría lograrlo.”

De orígenes humildes, su historia es la de una mujer que se construyó a sí misma.

“Aprendí que la vida no regala nada. Todo lo que tengo lo gané con trabajo, disciplina y lágrimas que nadie vio.”

Cuando comenzó su carrera en la televisión y la música, rápidamente se convirtió en un fenómeno.
Su voz melodiosa y su simpatía natural conquistaron países enteros.
Pero junto al éxito llegó también la exigencia de mantener una imagen impecable.

“La gente quería verme siempre alegre, perfecta, sonriente. Y yo me lo creí. Me obligué a ser esa mujer todos los días, aunque por dentro no siempre lo estuviera.”

“Fui prisionera de mi propio personaje”

Durante la entrevista, Charytín se mostró reflexiva al recordar su relación con la fama.

“El personaje de Charytín era más fuerte que yo. A veces me sentía prisionera de mi propio reflejo.”

Confesó que el público veía a una mujer segura, pero detrás del escenario había momentos de soledad.

“Terminas un programa, el público te aplaude, te vas a casa… y ahí llega el silencio. Un silencio que duele.”

Con una mezcla de emoción y calma, reconoció que durante años ocultó su vulnerabilidad.

“Me enseñaron que las lágrimas eran un signo de debilidad. Y yo quería ser fuerte, porque la gente esperaba eso de mí.”

El secreto que todos sospechaban

El momento más esperado llegó cuando la presentadora fue cuestionada sobre aquello que “todos sospechaban” y que hasta ahora había guardado en silencio.
Charytín respiró profundo y respondió:

“Lo que muchos sospechaban es cierto: detrás de la risa, hubo mucho dolor. Pero también mucha fuerza para seguir sonriendo.”

Sus palabras sorprendieron no por escandalosas, sino por humanas.

“Yo también me cansé. Me rompí. Me sentí sola, y tuve miedo. Pero nunca lo mostré, porque no quería preocupar a nadie.”

La artista explicó que, durante los años más intensos de su carrera, la perfección se convirtió en una carga.

“Tenía que estar lista para el público, para las cámaras, para todos… menos para mí.”

Y agregó con sinceridad:

“Hubo noches en las que me miraba al espejo y no reconocía a la mujer que veía. Era como si la Charytín de la televisión se hubiera comido a la verdadera.”

El amor y la pérdida

Charytín también habló de su vida personal, de su matrimonio con el productor Elín Ortiz, con quien compartió casi cinco décadas de amor, familia y trabajo.

“Elín fue mi compañero en todo sentido. Pero también fue mi espejo. Él me enseñó que detrás del brillo del escenario había una vida real, una familia que necesitaba a la mujer, no a la estrella.”

Conmovida, recordó el vacío que dejó su fallecimiento en 2016.

“Su partida me rompió el alma. Pasé meses sin poder cantar. Sentía que el escenario ya no tenía sentido sin él a mi lado.”

Sin embargo, también explicó que fue ese dolor el que la llevó a reencontrarse con su esencia.

“Tuve que aprender a vivir conmigo, a conocerme otra vez. A descubrir que la mujer detrás de la artista todavía estaba viva.”

El valor del tiempo

A sus 76 años, Charytín confiesa que ha aprendido a valorar el paso del tiempo como un maestro, no como un enemigo.

“Durante mucho tiempo me asustó envejecer. En este medio, la juventud parece ser la única moneda válida. Pero hoy me miro y veo una mujer llena de historia, no de años.”

Explicó que la madurez le ha dado una perspectiva diferente sobre la fama.

“Antes vivía para gustarle a los demás. Hoy solo quiero gustarme a mí misma.”

Y con una sonrisa cómplice, añadió:

“El tiempo no te quita belleza, te da autenticidad. Y eso no lo compras en ningún camerino.”

Las personas que marcaron su vida

A lo largo de la conversación, la presentadora recordó también a quienes la acompañaron y a quienes la decepcionaron.
Sin mencionar nombres, dejó claro que, como toda mujer fuerte, también tuvo que enfrentarse a traiciones.

“Aprendí que no todo el mundo que te sonríe te quiere bien. Hay quienes se acercan al brillo, no a la persona.”

Pero en lugar de hablar con resentimiento, lo hizo con gratitud.

“Cada traición me enseñó a ser más sabia, más cautelosa y, sobre todo, más libre.”

Charytín aseguró que el perdón fue su mayor victoria.

“No perdonar te ata. Yo elegí soltar, porque el rencor solo envejece el alma.”

La maternidad y la fuerza del amor

La artista también habló de su faceta como madre, quizás la más importante de su vida.

“Mis hijos son mi mayor éxito. Ellos me devolvieron la realidad cuando todo a mi alrededor era fantasía.”

Reconoció que ser madre mientras mantenía una carrera tan exigente no fue fácil.

“Hubo días en los que salía de un estudio directo al hospital o a la escuela. Pero no cambiaría nada de eso.”

Con ternura, habló de cómo la maternidad la ayudó a encontrar el equilibrio entre la artista y la mujer.

“Ellos me recordaron quién era en verdad. No la Rubia de América, sino mamá.”

“Hoy soy más libre que nunca”

Charytín asegura que este momento de su vida es, sin duda, el más pleno.

“He aprendido a no tener miedo de mostrarme tal como soy. A decir lo que pienso, sin filtros ni máscaras.”

La presentadora y cantante confiesa que ya no busca el aplauso, sino la paz.

“Antes vivía corriendo detrás del reconocimiento. Hoy corro detrás de la tranquilidad.”

En su tono hay serenidad, pero también gratitud.

“Agradezco cada lágrima, cada caída, cada triunfo. Todo fue necesario para llegar hasta aquí.”

El legado de una mujer auténtica

Al final de la entrevista, Charytín dejó claro que su historia no es de perfección, sino de resistencia.

“La gente me llama ‘la eterna sonrisa’. Pero esa sonrisa me costó mucho. Fue mi escudo, mi fuerza y mi forma de seguir adelante.”

Con la madurez de quien ha vivido intensamente, resumió su vida con una frase que emocionó a todos:

“He amado, he perdido, he ganado, pero sobre todo… he vivido. Y eso es lo que me hace sentir orgullosa.”

Y así, entre recuerdos, risas y confesiones, Charytín Goyco nos recordó que la verdadera belleza no está en la juventud, sino en la honestidad de aceptar quién eres.

“No me arrepiento de nada. Porque incluso mis errores me convirtieron en la mujer que soy: fuerte, imperfecta y, sobre todo, libre.”