“A sus 53 años, Ilia Calderón sorprendió al público al confesar una verdad inesperada: ‘Es el único que puede hacerme esto’, declaró entre emoción y misterio, dejando a todos preguntándose qué fuerza, persona o experiencia había marcado su vida de tal manera que transformó su carrera y su visión del mundo para siempre.”

A pesar de su enorme trayectoria, su disciplina férrea y su reputación como una de las periodistas más respetadas del continente, Ilia Calderón demostró una vez más que detrás de cada figura pública existe una historia profunda, humana y cargada de matices. Y esta vez, la presentadora sorprendió al revelar una declaración que no solo despertó curiosidad, sino que también abrió la puerta a un aspecto íntimo de su vida que pocos conocían.

La frase exacta resonó en una entrevista especial que se grabó en un ambiente cálido, sereno, casi confidencial. Ella, mirando directamente a la cámara, sonrió con esa mezcla tan característica de determinación y sensibilidad. Entonces dijo:

“A mis 53 años, puedo decirlo sin miedo: es el único que puede hacerme esto.”

Después de pronunciar esa frase, se hizo un silencio que parecía cargado de significados ocultos. El público, acostumbrado a verla firme, directa y profesional en cada aparición, quedó intrigado. ¿A quién se refería? ¿Qué era eso tan especial que “solo él” podía provocarle? ¿Hablaba de un momento personal, una revelación espiritual, un cambio profesional?

Para entender el trasfondo completo, hay que retroceder un poco en la vida de Ilia, una mujer que se ha enfrentado a desafíos importantes desde su infancia en Colombia hasta su consolidación como una de las voces más influyentes en los medios internacionales.


Desde muy joven, Ilia aprendió que el mundo podía ser tan inspirador como implacable. Creció rodeada de historias de esfuerzo, de luchas discretas, de personas que buscaban abrirse paso en medio de las adversidades. Aquellas vivencias marcaron profundamente su visión del periodismo: para ella, contar historias no era un oficio, sino un acto de responsabilidad.

Su ascenso profesional estuvo lleno de obstáculos, pero también de momentos de revelación. Con el tiempo, se convirtió en símbolo de representación, fuerza y valentía, especialmente para comunidades que rara vez se veían reflejadas en los medios masivos. Sin embargo, detrás de ese éxito siempre hubo una figura que la impulsó y que, de alguna manera, fue moldeando su carácter y su visión del mundo.

Y fue precisamente a esa figura a quien se refería cuando pronunció aquella frase que generó tanta expectativa.

Durante la entrevista, la periodista recordó que, en su carrera, ha entrevistado a presidentes, líderes internacionales, artistas, activistas y personas cuyas historias han conmovido al mundo entero. Sin embargo, ninguna experiencia profesional se comparaba con la influencia que un hombre en particular había tenido sobre ella: su padre.

Fue entonces cuando el misterio comenzó a aclararse, pero de una manera aún más sorprendente de lo esperado. Ilia explicó que su declaración no se refería a un evento negativo ni a una situación problemática; todo lo contrario. Hablaba del impacto emocional positivo que su padre seguía teniendo en su vida, incluso décadas después de haberla formado con valores, disciplina y humanidad.


“Él es el único que puede hacerme llorar de esta manera,” reveló Ilia entre risas suaves y una mirada llena de nostalgia.

Aquella frase, tan sencilla a primera vista, escondía una historia profunda: la de un hombre que, con sus silencios sabios y sus palabras oportunas, había sido el pilar emocional que sostenía a una niña curiosa convertida en una mujer fuerte.

No se trataba de lágrimas de dolor, sino de emociones que surgían cada vez que recordaba sus enseñanzas.

Ilia comenzó a narrar episodios que nunca antes había contado en cámaras. Relató cómo su padre, con recursos limitados pero una voluntad inquebrantable, la alentó a estudiar, a leer, a cuestionar, a levantar la voz ante las injusticias. Contó cómo la acompañaba cada mañana antes de la escuela con frases sencillas pero llenas de sabiduría. Y cómo, cuando ella consideraba renunciar a su sueño de ser periodista, fue él quien la miró fijamente y le dijo:

“No te rindas. Tú vas a llegar lejos.”

Según Ilia, esas palabras no solo marcaron un antes y un después, sino que se convirtieron en una especie de brújula interna que la guiaba incluso en los momentos más turbulentos de su carrera.


Durante la entrevista, la periodista recordó un episodio en particular que le cambió la vida. Tenía 19 años, acababa de recibir una oportunidad que podría impulsarla profesionalmente, pero también enfrentaba dudas, presiones y temores. En ese momento, su padre no le dio un discurso largo ni grandilocuente. Simplemente colocó una mano en su hombro y le dijo:

“Lo único que te pido es que seas fiel a lo que crees.”

Ilia confesó que hasta hoy, cada vez que se enfrenta a una decisión difícil, esa frase vuelve a su mente con la misma claridad que entonces. Y aunque su padre ya no está físicamente presente como antes, su influencia continúa tan viva que sigue “haciéndole eso”: removerla, sacudirla emocionalmente, guiarla con una voz que ella siente incluso en la distancia.


Lo más revelador de todo fue la reflexión que siguió a su confesión. Ilia explicó que, a lo largo de los años, ha recibido elogios, críticas, reconocimientos y desafíos, pero ninguna experiencia ha logrado moverla internamente tan profundamente como los recuerdos, enseñanzas y gestos de su padre.

“A esta edad,” dijo, “uno aprende a valorar lo esencial. Y para mí, él representa esa esencia: la raíz, la fuerza, la razón por la que sigo aquí.”

La entrevista continuó con una conversación sobre identidad, legado, vínculos familiares y el poder emocional que ejercen las personas que han marcado nuestros primeros pasos. Ilia habló del desafío de mantener los valores en un mundo donde todo se mueve rápido y las opiniones cambian cada día. Para ella, regresar al origen no era nostalgia, sino equilibrio.


A medida que avanzaba, el tono de su relato se volvía más íntimo y revelador. Ilia compartió cómo, en momentos críticos de su carrera, la memoria de su padre fue la fuerza que evitó que desistiera. En situaciones tensas o emocionalmente duras, recordaba la manera en que él enfrentaba la vida: sin prisa, sin miedo, sin perder la dignidad.

La presentadora admitió que, aunque profesionalmente se la percibe como una mujer firme e imperturbable, hay un espacio privado donde sigue siendo la hija que busca consejo en la figura que la vio crecer.

La frase “es el único que puede hacerme esto” se reveló, finalmente, no como un misterio lleno de drama, sino como un homenaje profundo a una relación familiar que continuaba moldeando su vida.


Al concluir la entrevista, Ilia dejó un mensaje que resonó entre quienes la escuchaban:

“Todos tenemos a alguien que nos hace mejores sin siquiera proponérselo. Ese alguien, en mi caso, siempre será mi padre.”

El público, que esperaba una revelación escandalosa o un giro inesperado, encontró en cambio algo más valioso: una verdad profundamente humana. No era una historia de conflictos o polémicas, sino una declaración de amor, gratitud y reconocimiento hacia una figura que, aun en silencio, había sido determinante en la vida de la periodista.

Y así, a los 53 años, Ilia Calderón demostró que a veces la confesión más poderosa no es la que sacude al mundo exterior, sino la que honra al mundo interior: aquel que guarda nuestros afectos más auténticos y las raíces que nunca dejamos atrás.