En un momento inesperado de su carrera, Dante Gebel, el carismático predicador y conferencista argentino, decidió romper el silencio sobre un tema que nunca había tratado de manera tan frontal: las personas que más odia —o, como él mismo matizó después, aquellas que jamás podrá perdonar.

La confesión ocurrió durante una entrevista íntima en la que, lejos de su habitual tono motivador, Gebel dejó entrever un lado mucho más humano, con heridas abiertas y recuerdos dolorosos. “No me gusta usar la palabra ‘odio’, pero hay personas que me han hecho tanto daño que no puedo borrarlas de mi corazón”, dijo.

A sus 56 años, con décadas de experiencia sobre escenarios y frente a cámaras, Dante ha sido testigo y protagonista de episodios que marcaron su vida personal y ministerial. Y esa tarde, sin preámbulos, enumeró a cinco individuos que, según sus propias palabras, “lo traicionaron en formas que el tiempo no ha podido sanar”.

El primero: el amigo que se convirtió en enemigo

El primer nombre que mencionó fue el de un hombre que, en sus inicios, fue su mano derecha. Lo acompañó en giras, lo ayudó a organizar eventos multitudinarios y estuvo presente en los momentos más difíciles. Sin embargo, un día, sin previo aviso, este amigo utilizó información confidencial para desacreditarlo públicamente.

“Me golpeó más que cualquier enemigo declarado. Era alguien a quien yo le había abierto las puertas de mi casa y de mi corazón”, relató Dante.

El segundo: el mentor que lo traicionó

En sus primeros años, Gebel tuvo un referente espiritual al que admiraba profundamente. “Aprendí de él lo que significa liderar, lo que es inspirar a otros… o al menos eso creía”. Con la voz quebrada, confesó que este mentor utilizó su influencia para apartarlo de proyectos clave, tomando crédito por ideas que no eran suyas. “Fue como descubrir que tu héroe es, en realidad, un impostor”.

El tercero: la figura pública que lo difamó

El tercero en la lista fue alguien con presencia mediática que, según Dante, inventó historias para destruir su reputación. “Jamás me enfrentó cara a cara. Siempre usó intermediarios y medios de comunicación para lanzar ataques disfrazados de opinión”.
Este episodio, dijo, lo hizo replantearse si valía la pena exponerse tanto en redes sociales y programas de televisión.

El cuarto: el socio que lo dejó en la ruina

Uno de los relatos más duros fue el de un socio comercial con el que Dante emprendió un ambicioso proyecto internacional. Tras meses de inversión y trabajo, el socio desapareció, llevándose una cantidad significativa de dinero y dejando deudas a su nombre. “No solo fue el dinero… fue la sensación de que me había usado como una herramienta desechable”.

El quinto: el traidor de sangre

El último nombre fue, quizás, el más doloroso. No reveló su identidad, pero dejó claro que se trataba de un familiar cercano. “Uno espera que la sangre sea un vínculo sagrado… pero no siempre es así. Me traicionó de una forma tan baja que ni siquiera puedo repetir los detalles. Esa herida aún sangra”.


Un silencio que pesó en la sala

Tras nombrar a estas cinco personas, el ambiente se volvió espeso. Los presentes guardaron silencio, conscientes de que lo que acababan de escuchar era más que una anécdota: era un desahogo que había tardado años en salir a la luz.

Dante, sin embargo, aclaró que no busca venganza. “No me levanto cada mañana pensando en ellos. Pero tampoco puedo fingir que los perdoné. No todavía. Tal vez algún día… tal vez no”.

La entrevista se difundió rápidamente en redes sociales. Algunos lo aplaudieron por su valentía al mostrar un costado tan vulnerable y humano; otros lo criticaron, argumentando que un líder espiritual no debería hablar de odio.
El hashtag #GebelConfiesa se volvió tendencia en cuestión de horas, con miles de usuarios debatiendo sobre el límite entre la sinceridad y la prudencia.


La repercusión mediática

Programas de televisión y portales de noticias replicaron la lista, especulando sobre la identidad de las personas mencionadas. Aunque Dante no dio apellidos ni detalles que permitieran identificarlos con certeza, en foros y grupos de fans comenzaron a circular teorías y nombres.
Algunos incluso analizaron viejas fotos y publicaciones en busca de pistas, generando un efecto de “caza de brujas” que el propio Gebel pidió frenar.

“Mi intención no es que nadie salga a señalarlos. Esto no es una vendetta. Es solo mi verdad, la que he cargado durante años. Quería sacarla de adentro”, declaró en un video posterior.


Una lección envuelta en dolor

Más allá de la polémica, Dante aprovechó el momento para reflexionar sobre lo que había aprendido de cada una de estas traiciones:

Del amigo que se convirtió en enemigo: la importancia de proteger la confianza.

Del mentor que lo traicionó: que incluso los ídolos tienen pies de barro.

De la figura pública que lo difamó: que no todas las batallas merecen una respuesta pública.

Del socio que lo dejó en la ruina: que las promesas deben ir acompañadas de contratos.

Del traidor de sangre: que a veces el perdón es más por uno mismo que por el otro.


¿Un cierre o un nuevo capítulo?

Al final de la conversación, alguien le preguntó si creía posible reconciliarse con alguna de esas personas. Dante suspiró antes de responder:
—No lo sé. La vida da muchas vueltas. Quizá mañana cambie de opinión. Pero hoy, a los 56 años, esta es mi verdad. Y no pienso esconderla.

Esa frase quedó resonando en la audiencia, y quizá también en quienes alguna vez lo lastimaron. Porque si algo dejó claro Dante Gebel con esta confesión es que incluso los líderes más admirados llevan cicatrices invisibles… y que el hecho de reconocerlas no los hace menos fuertes, sino más reales.