“Desapareció en 1983 durante una excursión escolar y, 35 años más tarde, un hallazgo inesperado por parte de un transeúnte abrió la puerta a una serie de descubrimientos que obligaron a reescribir la historia de aquel día y derribaron las creencias que autoridades y vecinos daban por ciertas”

Un día de campo que se convirtió en leyenda

Era primavera de 1983 cuando los estudiantes de octavo grado de la Escuela Secundaria San Miguel abordaron los autobuses rumbo a una excursión escolar. El destino: el Parque Histórico de Villa Verde, un sitio con senderos, edificaciones antiguas y zonas de picnic. Para muchos era una oportunidad de escapar del aula y pasar un día al aire libre.

Entre los estudiantes estaba Laura Pérez, de 13 años, conocida por su curiosidad y su costumbre de llevar un pequeño cuaderno para anotar todo lo que veía. Vestía un pantalón de mezclilla, una camiseta blanca y una chaqueta azul.

La mañana transcurrió con normalidad. Los grupos recorrieron diferentes áreas, guiados por maestros y monitores. Laura fue vista por última vez cerca de un viejo molino en el extremo norte del parque, tomando notas y mirando hacia el bosque cercano.


La desaparición

Cuando llegó la hora de volver a los autobuses, un conteo rápido reveló que faltaba una estudiante. Al principio pensaron que estaba en el otro grupo, pero al confirmar la lista, cundió la alarma: Laura no estaba.

La búsqueda comenzó de inmediato. Personal del parque, policías y voluntarios recorrieron senderos, riberas y edificaciones. Se utilizaron perros rastreadores, que siguieron un rastro hasta un arroyo, donde se perdía toda pista.

Durante semanas, las brigadas peinaron la zona sin encontrar una sola prenda, zapato o pertenencia. El caso quedó marcado como desaparición no resuelta y, con el tiempo, se convirtió en un recuerdo doloroso para la comunidad.


Tres décadas y media de silencio

Pasaron los años. El expediente permanecía archivado, y las únicas menciones a Laura eran en reuniones de exalumnos o en conversaciones entre vecinos que aún se preguntaban qué había pasado.

Hasta que, en 2018, un hombre que paseaba por una zona poco transitada del parque encontró algo entre las raíces de un árbol caído: un colgante plateado en forma de estrella, con las iniciales “L.P.” grabadas en el reverso.


La investigación se reactiva

El colgante fue entregado a las autoridades, que lo compararon con objetos reportados en 1983. Coincidía exactamente con la descripción de una joya que Laura solía llevar.

La zona del hallazgo, densamente arbolada, no había sido revisada a fondo en la búsqueda inicial debido a lo difícil del acceso. Al inspeccionarla, los investigadores encontraron fragmentos de tela descolorida y lo que parecía ser un pequeño cuaderno deteriorado.


El cuaderno

Restaurar el cuaderno tomó semanas. Las primeras páginas eran observaciones típicas de una excursión: descripciones de aves, bocetos de plantas, comentarios sobre las antiguas construcciones.

Pero las últimas líneas, escritas con letra apresurada, llamaron la atención:
“Vi a alguien cerca del molino… no es de la escuela… me voy a acercar para ver mejor.”

No había más anotaciones.


Nuevas preguntas

El hallazgo cambió el enfoque. ¿Quién era la persona que Laura vio? ¿Por qué estaba en un área restringida del parque? ¿Tuvo algo que ver con su desaparición?

Se revisaron archivos de personal y visitantes de ese día, pero no hubo registros claros. Algunos exalumnos recordaron haber visto a un adulto desconocido rondando la zona, pero no pudieron dar más detalles.


Impacto en la comunidad

La noticia del hallazgo reavivó el interés en el caso. Medios locales cubrieron la historia, y antiguos compañeros de clase de Laura participaron en vigilias y campañas para obtener información.

Para la familia, fue un golpe emocional. “Es como abrir una herida que nunca cerró, pero al menos ahora hay una pequeña luz sobre lo que pudo haber pasado”, dijo su hermano mayor.


Un misterio vivo

La policía mantiene abierta la investigación. Las pruebas encontradas se están analizando con técnicas modernas en busca de huellas, fibras o rastros de ADN. El objetivo es identificar a la persona mencionada en el cuaderno y reconstruir los últimos minutos de Laura.

Treinta y cinco años después, el Parque Histórico de Villa Verde sigue recibiendo visitantes, pero para muchos ya no es solo un lugar de historia colonial y senderos verdes: es el escenario de un misterio que, por fin, podría estar más cerca de resolverse.

La estrella de plata y unas líneas en un cuaderno han devuelto a Laura Pérez a la memoria colectiva, recordando que, a veces, basta un hallazgo fortuito para desenterrar verdades que el tiempo creyó haber sepultado.