Maribel Guardia rompe el silencio y narra el desgarrador instante en que perdió a su hijo: lágrimas, recuerdos imborrables y confesiones que hielan la sangre, en un testimonio que expone el sufrimiento oculto tras la sonrisa de una de las mujeres más queridas de la farándula mexicana.

Hace dos años, la vida de Maribel Guardia cambió para siempre. La actriz y cantante, reconocida por su carisma, belleza y trayectoria, enfrentó el golpe más duro que puede recibir una madre: la muerte de su hijo Julián Figueroa. Desde entonces, ha intentado seguir adelante, pero confiesa que el dolor sigue tan vivo como el primer día.

En una reciente entrevista, Maribel decidió abrir su corazón y relatar, con voz entrecortada, el horror que vivió aquella noche fatídica.

La llamada que cambió todo

“Recibí una llamada y supe que algo no estaba bien. El tono de voz era distinto… como si el mundo se hubiera detenido”, narró. Aquel día, Julián fue encontrado sin vida en su hogar. Las causas fueron naturales, pero la repentina partida dejó un vacío imposible de llenar.

Maribel recuerda cada detalle: la desesperación, el frío en el cuerpo, el deseo de que todo fuera una pesadilla de la que pudiera despertar. “Cuando llegué y lo vi… sentí que me arrancaban el alma. Ninguna madre debería pasar por esto”, confesó entre lágrimas.

El peso del silencio

Durante meses, la actriz guardó silencio sobre lo ocurrido. No por falta de ganas de hablar, sino porque necesitaba encontrar fuerzas para no derrumbarse en público. “Había días en los que sonreía para las cámaras, pero por dentro me estaba desmoronando”, dijo.

Asegura que, aunque la gente la veía trabajando y sonriendo, su corazón estaba en pedazos. “El escenario se volvió un refugio, pero al mismo tiempo una máscara”.

Recuerdos imborrables

Con la voz quebrada, Maribel compartió anécdotas de su hijo: su risa contagiosa, su amor por la música y su sentido del humor. “Era un alma noble, un muchacho que siempre pensaba en los demás antes que en él mismo. Julián tenía una luz especial… y esa luz me acompañará siempre”.

En su relato, confesó que aún guarda su habitación tal como la dejó, con sus guitarras, discos y fotos. “Entro y siento que en cualquier momento va a aparecer sonriendo, diciendo: ‘Mami, ¿qué hay de comer?’”.

Un duelo eterno

A dos años de la tragedia, Maribel reconoce que el duelo no termina. “La gente cree que el tiempo cura todo, pero no es así. Aprendes a vivir con el dolor, a respirar aunque el corazón esté roto. Lo único que cambia es que te vuelves más fuerte… o aprendes a fingirlo mejor”.

La actriz asegura que su fe ha sido un pilar fundamental para sobrellevar la pérdida. “Le pido a Dios que me dé fuerzas para seguir. Y le agradezco cada segundo que me permitió tenerlo”.

El apoyo del público

Miles de mensajes de apoyo llegaron desde el primer momento. Amigos, compañeros del medio artístico y fans de todo el mundo le enviaron palabras de aliento. “Esa energía me ayudó a no caer. Sentí que no estaba sola, que había un ejército de personas sosteniéndome”.

Sin embargo, también hubo momentos duros. “En redes sociales, algunos no entendieron mi dolor y me criticaron por sonreír o trabajar. Pero cada quien vive el duelo a su manera. Yo elegí honrarlo viviendo, no muriendo en vida”.

Un mensaje para otras madres

En su testimonio, Maribel aprovechó para enviar un mensaje a quienes atraviesan pérdidas similares: “No se culpen. No se pregunten ‘¿y si…?’. Hagan todo lo posible por mantener vivos los recuerdos hermosos. El amor de un hijo no muere nunca, y eso es lo que nos sostiene”.

La herida que no cierra

Maribel concluyó la entrevista con una frase que dejó a todos en silencio: “Cuando un hijo se va, una parte de ti muere con él. Y aunque sonrías, aunque trabajes, aunque viajes… esa parte no regresa jamás. Aprendes a vivir incompleta”.

Su historia, marcada por el éxito profesional y la tragedia personal, es un recordatorio de que detrás de cada rostro famoso hay una vida real, con heridas que ni la fama ni el tiempo logran borrar.