“La historia prohibida de El Tri: cómo, según testimonios y rumores, la banda desafió a las autoridades, incomodó a más de un poderoso y dejó una huella imborrable en la música mexicana — Una narrativa que, para muchos, intentaron enterrar, pero que sigue resonando en cada acorde”

El rugido del rock mexicano

Hablar de El Tri es hablar de más de cinco décadas de historia musical en México. La banda liderada por Alex Lora no solo ha llenado estadios y marcado generaciones con sus letras, sino que también ha protagonizado episodios que, según muchos, incomodaron a quienes preferían un rock más “controlado” y menos contestatario.

Aunque la mayor parte de su trayectoria es pública y celebrada, hay capítulos que, de acuerdo con testimonios y publicaciones de la época, estuvieron a punto de perderse en el silencio.


Los orígenes y el espíritu rebelde

En sus inicios, cuando todavía se llamaban “Three Souls in My Mind”, el grupo ya mostraba un carácter provocador. Sus letras reflejaban la vida urbana, las inconformidades sociales y el sentir de una juventud que no encontraba su voz en la música comercial de los setenta.

No era raro que sus presentaciones fueran vigiladas de cerca por autoridades, preocupadas por el impacto de esos mensajes en el público joven.


Censura y vetos

Durante los años más duros de censura mediática en México, varias estaciones de radio se negaban a transmitir sus canciones, y algunos organizadores de eventos recibieron, según cuentan músicos cercanos, “sugerencias” para no contratarlos.

La banda, sin embargo, no se detuvo. En vez de suavizar su discurso, lo volvió más directo. Canciones como Perro Negro y Callejero o Triste Canción de Amor se convirtieron en himnos, difundidos de boca en boca y en casetes grabados una y otra vez.


El momento incómodo para el poder

Uno de los episodios más comentados ocurrió en un festival masivo a finales de los ochenta. Según asistentes, Alex Lora improvisó en pleno escenario un discurso crítico hacia las autoridades, mencionando temas incómodos como la represión y la corrupción.

La transmisión del evento en televisión fue cortada abruptamente, y al día siguiente, los titulares de la prensa omitieron el incidente. Para los fans, fue la confirmación de que El Tri no tenía miedo de incomodar.


De la prohibición al culto popular

Paradójicamente, los intentos de silenciar a la banda solo aumentaron su fama. Cada vez que se cancelaba un concierto o se vetaba una canción, el público parecía responder con más entusiasmo.

El Tri se convirtió en símbolo de resistencia cultural, y sus presentaciones, en espacios donde la gente podía expresar lo que no se atrevía a decir en otros contextos.


El legado de las historias “ocultas”

Con el tiempo, muchas de estas anécdotas se han transmitido como leyendas urbanas entre fanáticos: la vez que tocaron pese a la advertencia de la policía, el concierto improvisado en una azotea para evitar una clausura, o la canción que, según cuentan, fue sacada de la programación radial por “exceso de crítica”.

Aunque no todos los detalles han sido documentados oficialmente, forman parte de la narrativa que envuelve a la banda y que sus seguidores se niegan a dejar morir.


Un presente que mira al pasado

Hoy, Alex Lora y El Tri siguen activos, y en sus conciertos no faltan referencias a esos años de confrontación. El propio Lora ha dicho en entrevistas que la música debe reflejar la realidad, aunque incomode.

Para las nuevas generaciones, conocer estas historias es entender por qué El Tri no es solo un grupo de rock, sino un capítulo vivo de la historia social y cultural de México.


Conclusión

La historia que “el poder quiso enterrar” no es un único evento, sino una serie de momentos en que El Tri, con su música y actitud, se negó a ajustarse a lo que se esperaba de ellos.

Quizá por eso, décadas después, su voz sigue sonando tan fuerte como en aquellos años en que cada acorde era un acto de desafío.

Y mientras haya alguien que cante sus letras en una esquina, un bar o un estadio, esas historias —prohibidas o no— seguirán vivas.