“Ecuador sigue de luto por Paulina Tamayo: dos semanas después de su partida, su legado artístico continúa conmoviendo a millones. Amigos, artistas y fanáticos recuerdan a la eterna ‘Dama del Pasillo’ y la promesa de mantener viva su música.”

Han pasado casi dos semanas desde que el Ecuador despidió a Paulina Tamayo, y el país aún siente el vacío de su partida.
Las calles, las emisoras y los hogares todavía resuenan con su voz inconfundible, esa que convirtió el pasillo ecuatoriano en un símbolo de identidad y orgullo nacional.

Su ausencia ha dejado una herida profunda, pero también un mensaje poderoso: el arte verdadero nunca muere, solo cambia de forma.


Un país que no deja de recordarla

En Quito, Cuenca y Guayaquil, su música continúa sonando como un acto de despedida permanente.
Programas radiales han dedicado emisiones completas a su legado, y artistas de distintas generaciones se han unido para interpretar sus canciones más emblemáticas, como “El alma en los labios” y “Sombras”.

“Paulina no era solo una cantante; era una institución. Su voz nos acompañó en nuestras alegrías, en los amores y en los momentos tristes”, dijo el músico ecuatoriano Héctor Napolitano en un reciente homenaje.

Su público, fiel y multigeneracional, la recuerda con lágrimas, flores y una frase que se repite una y otra vez: “Gracias por tanto.”


Un legado que trasciende el escenario

Paulina Tamayo fue más que una intérprete: fue una maestra y una embajadora de la música ecuatoriana.
Durante más de cinco décadas, recorrió escenarios dentro y fuera del país, llevando consigo el alma del Ecuador.
Su repertorio no solo hablaba de amor y nostalgia, sino también de identidad, de orgullo y de la fuerza femenina en el arte.

“Paulina abrió caminos para todas las mujeres que vinimos después de ella. Su voz nos enseñó que el arte puede ser tan fuerte como el corazón que lo sostiene”, expresó la cantante Margarita Lasso.

Sus colegas destacan su generosidad con los artistas jóvenes, su disciplina y su amor incondicional por el escenario.


Los homenajes que no cesan

Desde su partida, múltiples homenajes se han organizado en su honor.
El Teatro Nacional Sucre anunció un concierto conmemorativo con artistas nacionales que interpretarán sus temas más representativos.
Escuelas de música han dedicado sus presentaciones estudiantiles a su memoria, y en redes sociales circulan videos de niños y niñas entonando sus canciones con respeto y admiración.

“Ella enseñó a amar nuestra música. No solo la interpretó: la dignificó”, comentó una maestra del Conservatorio Nacional.


El cariño eterno del público

En redes sociales, miles de mensajes se acumulan bajo el hashtag #PaulinaTamayoEterna.
Muchos comparten recuerdos de conciertos, fotos con la artista o anécdotas de encuentros breves que quedaron grabados en la memoria colectiva.

“La escuché cantar cuando era niña, y desde entonces su voz me acompaña”, escribió una fanática en X (antes Twitter).
“No hay fiesta familiar en la que no suene una canción suya.”

Ese amor incondicional del público es, sin duda, su mayor herencia.


El silencio que también habla

Aunque el país sigue llorando su partida, el silencio de estos días también ha sido una forma de homenaje.
Un silencio lleno de respeto, de gratitud, de reflexión.
Un silencio que no es ausencia, sino presencia: la de su voz, su arte y su ejemplo humano.

“Paulina Tamayo no se fue; se quedó en el alma del Ecuador”, dijo un periodista cultural durante un programa especial.

Su figura ha trascendido la música: hoy representa la constancia, la pasión y el amor por las raíces.


Una promesa colectiva: mantener viva su voz

Familiares y allegados han expresado su deseo de crear un archivo digital con su discografía completa y sus presentaciones más emblemáticas.
Además, se proyecta un documental que retrate su vida y su legado, con testimonios de amigos, artistas y fanáticos que la acompañaron durante su carrera.

“Paulina merece ser parte de la memoria cultural del país para siempre”, declararon sus hijos durante una ceremonia privada.


Conclusión: la canción que no termina

A casi dos semanas de su adiós, Ecuador no solo llora a una cantante, sino agradece a una mujer que dedicó su vida entera a cantar con el alma.
Su voz sigue viva en las emisoras, en los conciertos y, sobre todo, en el corazón de su pueblo.

“Mientras alguien cante sus canciones, Paulina estará entre nosotros”, dijo un admirador durante su homenaje en Quito.

Y así será.
Porque la “Señora de la Canción” no se ha ido: solo ha cambiado de escenario. 🎶🇪🇨